jueves, 25 de septiembre de 2014

Viaje a Malasia: los rickshaws de Melaka

Melaka por Hachero

La definición correcta de rickshaw es la de 'vehículo ligero de dos ruedas que se desplaza por tracción humana, bien a pie o a pedales'. También podemos decir que proviene del japonés 'jinrihisha', según wikipedia, y que significa persona y fuerza. Su uso en Japón, pero sobre todo en China e India, han convertido a estos vehículos en muy populares y, sobre todo, medio de vida de miles de personas sin más posibilidades que las de emplear, como dice la definición en japonés, su fuerza bruta. Un medio de transporte que, sin embargo, cuando el visitante pisa Melaka, la antigua Malacca, se vuelve algo más que un medio y que un transporte y que una fuerza bruta. Se vuelve un disparate colorido y kitsch del que uno no sabe muy bien qué pensar.

Melaka por Hachero

Por las calles más turísticas de Melaka duelen los ojos, duelen los oídos y duele el sentido estético de cualquier occidental de bien. Aquello que daña la retina en desconcertante explosión de colorido no es una aparición extraterrestre, aunque pudiera parecerlo, sino un rickshaw, la mentada bicicleta adherida a un carrito, que hace las veces de taxi en innumerables países de Asia. Pero aquí el sentido del ridículo ha desaparecido para dar paso a esa explosión de colores, ruidos, gatos de Hello Kitty, coronas de flores de plástico descoloridas, o todo lo contrario: extremadamente coloridas, y sound systems a toda pastilla.

Melaka por Hachero

Melaka por Hachero

Pasan como aves coloridas que provocan estupor y carcajadas a partes iguales, los adoran los turistas chinos, que se suben en tropel mientras disparan fotos a discreción, los occidentales se apartan a su paso mientras intentan digerir la visión antes de decidir si subirse o huir despavoridos.

Melaka por Hachero

Al parecer la idea no es original de los conductores de Melaka sino que proviene de otra ciudad malaya, Teluk Intan, donde los conductores locales vivían agobiados por el menguante número de clientes y el creciente número de impuestos. El resultado fue que cada cual adornaba del modo más loco su trishaw para llamar la atención de los potenciales clientes. En Melaka la idea gustó, caló y se ha desarrollado hasta un nivel de demencial competición por los turistas en busca del verdadero Rey del Kitsch. Y todo en las últimas dos décadas. Si pinchas aquí este viajero estuvo treinta años atrás en Melaka y no vio un solo Hello Kitty ni un sound system con Fredy Mercury chillando a todo pulmón...

Melaka por Hachero

De todos los aditamentos, los gatitos de Hello Kitty se llevan la palma de alusiones pero los rickshaws tienen formas de mariposas, de murciélagos, de grandes setas o de carrozas de rociero. En todo caso, una muestra más de que incluso en los negocios más inverosímiles el secreto está en renovarse. O morir...

Melaka por Hachero

domingo, 21 de septiembre de 2014

Ruy López de Villalobos: la puerta a las islas de las especias

Filipinas por Hachero

Ruy López de Villalobos pasó a la historia como el descubridor de unas islas a las que denominó, en un vasallaje un tanto pelota, Filipinas, en honor al monarca Felipe II. Poco más sabemos de su vida: tan sólo que nació en Málaga sobre el año 1500 y que despuntó en México como excelente marino. Tanto, que el virrey de aquel entonces, Antonio de Mendoza, lo nombra jefe de una expedición que debía consolidar las primeras rutas comerciales entre América y el recién descubierto camino a las Especias. Las de verdad.

Filipinas por Hachero

Ruy organiza seis naves que saldrán de Jalisco en 1542 con 370 hombres. En su camino descubrirán, para mayor gloria de su amada corona, las Carolinas, las Sandwich y las islas Palau, además de un sinfín de pequeñas islas. La crónica del viaje la dejó para la posteridad un tripulante, García de Escalante Alvarado en su Relación del viaje que hizo desde Nueva España a las Islas de Poniente Ruy López de Villalobos por orden del virrey Antonio de Mendoza. Cuenta Escalante que en las Carolinas encontraron una cruz y que algunos indios decían ‘buenos días’, una evidencia de que pisaban las huellas de viajes españoles, la mayoría fracasados y con los marineros perdidos para siempre. Las flotillas se sucedían por decenas en un intento perseverante de convertir al continente americano en el trampolín de una ruta estable con Cipango y Catay. En su peregrinar marino las cartas que levantó Ruy y sus hombres describen las ‘Islas del Rey’ que se identifican perfectamente con las islas Hawai, dos siglos y medio antes de su descubrimiento oficial por el capitán británico James Cook.

Filipinas por Hachero

Fondearon en la isla de Mindanao, a la que llamaron Málaga, más tarde en Luzón y desde allí continuaron tocando tierra con frecuencia, para alegría de los marineros, hastiados hasta el límite de vivir enclaustrados a bordo de las naves. Villalobos levantó el primer fortín hispano en tierras asiáticas pero tuvo que abandonarlo pronto por la manifiesta hostilidad de los nativos. Huyó la expedición entonces hacia las Molucas con tan poco tino que cayeron en manos de los portugueses y el propio Villalobos fue hecho preso y encarcelado. La mayor parte de la marinería consiguió huir de vuelta a México pero el desgraciado malagueño murió en Amboine, hambriento y enfermo de malaria, aunque apoyado espiritualmente, según describe desconcertantemente la Historia General de España y América, de José Andrés Gallego y Luis Suárez Fernández, por el navarro San Francisco Javier, que pasaba por allí, como el que dice.


García de Escalante Alvarado, ‘Relación del viaje que hizo desde Nueva España a las Islas de Poniente Ruy López de Villalobos por orden del virrey Antonio de Mendoza’, Cantabria 4 estaciones, Santander, 1999.

José Andrés Gallego y Luis Suárez Fernández, Historia General de España y América, ediciones Rialp S.A, Madrid, 1982

jueves, 18 de septiembre de 2014

Viaje a Colombia: jugando al tejo


Dice Gustavo Adolfo Moreno Bañol, un estudioso del deporte colombiano en todas sus variantes, que el juego del tejo siempre iba acompañado de grandes cantidades de chicha, que como sabrán no es otra cosa que una bebida alcohólica fermentado su maíz. En el municipio de Cota, a pocos kilómetros de Bogotá, una pandilla de indígenas muisca me invita a jugarlo y no me asombro, pues, cuando uno de ellos aparece cargado con una caja de cervezas. Sonrió el muchacho, sonrió un abuelo, sonrié yo, sonreimos todos. Claro que mi sonrisa escondía una ignorancia: la de que el juego y la cerveza van tan de la mano que la caja sólo sería la primera de muchas más.

Jugando al tejo por Hachero

Quinientos años atrás los muiscas que habitaban la sabana de Bogotá tenían un pasatiempo que se llamaba zepguagoscua y que se jugaba con un disco de oro de 680 gramos de peso. Un juego caro, presumo, porque tantos gramos del vil metal no están al alcance de cualquiera aunque si tenemos en cuenta que no lejos del hogar muisca se gestó el mito de Eldorado y que el oro hizo añicos la vida, y la moral, de tantos conquistadores (como este gaditano, pincha aquí) concluyo que tal vez en su momento fuera un metal de lo más corriente . El caso es que el zepguagoscua se popularizó porque, admitámoslo, espolea el orgullo del jugador eso de que tu vecino sea capaz de lanzar tan pesada carga por los aires casi veinte metros hasta la meta mientras tu brazo sufre humillantes pinchazos.

Jugando al tejo por Hachero 3

El tejo es todo un rito en Colombia, donde también se le conoce como turmequé, y consiste en lanzar un disco metálico a través de una cancha en cuyos extremos se colocan unas cajas cubiertas de arcilla en la que yacen enterradas mechas (bolsitas) de pólvora que explotarán cuando se logre el impacto. El objetivo está en el centro de la caja, una suerte de círculo señalado por unas flechitas bajo el que se supone está la gran mecha. La diana se llama bocín y si tiene usted la dicha de aterrizar el disco metálico en semejante lugar se llevará seis puntos. El primero que reviente 9 mechas, a razón de tres puntos por explosión, se lleva el juego. Los puntos cambian según la puntería del tirador y si el proyectil impacta en el centro se otorgarán seis puntos, como decía, pero si la carambola es doble, es decir, en el centro y en una mecha, entonces el agraciado se llevará nueve puntos y los colombianos llaman a semejante gesta 'Moñona', no me pregunten por qué. Mejor bebamos otra cerveza, que en este país incluso tiene un santo cervecero: pincha aquí.

Jugando al tejo por Hachero 4

El juego tiene tantos seguidores y tanta solera que cuenta con esta federación desde que el congreso de la República le dio el espaldarazo definitivo en el año 2000, cuando lo declaró deporte nacional colombiano. Alguien trae otra caja de cerveza y dudo de que mi próximo lanzamiento llegue siquiera a la mitad de la pista: el brazo dormido, la cabeza a las tres de la tarde, la sensación de pertinaz ridículo ante los portentosos brazos de mis rivales, el balbuceo en mis cuerdas vocales... El tejo ya es popular en otros países, como Perú, Ecuador, Venezuela, Brasil, México o los Estados Unidos, llevado en volandas por los emigrantes colombianos y asumido por miles de devotos convencidos por la mezcla de discóbolos amantes de ingerir grandes cantidades de cerveza y el reto de ganar en estado de achispamiento. Tiro mi último tejo y concluyo que el deporte, en ninguna de sus variantes, es lo mío. Por suerte no faltan las cervezas...

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